Al clausurar el curso es inevitable una doble mirada: por un lado a lo vivido durante estos meses (es tiempo de evaluar, de revisar, de sumar y restar), y por otro a lo que está por venir (renovaciones, nuevas admisiones, exámenes a la vista). Durante el curso ha reinado un aceptable ambiente de estudio y un reconocido clima de convivencia. Se han propiciado los medios para la profundización en la fe y para el ejercicio de la misma en la vida cristina. Han cobrado nuevo vigor los apadrinamientos. En los deportes, un año más hemos tenido una excelente participación y una notable obtención de trofeos en los torneos intercolegiales: primeros en voleibol, segundos en balonmano y terceros en ajedrez. En otros deportes, rugby, tenis, fútbol sala, baloncesto, etc., no ha sido posible alcanzar puestos de honor, pero el entusiasmo puesto en el empeño ha sido notorio y ha merecido la pena. Todo eso es la vida del Colegio, que un año más ha sido hecha posible gracias a la participación y colaboración de los mismos colegiales. Así ha sido durante ya casi cincuenta años y es de esperar que siga siendo durante otros muchos. El punto final de la radiografía de este curso lo ponen los cinco colegiales que han recibido la beca. Ahora, al iniciar esta nueva etapa, les trasmito aliento y ánimo.
Al tiempo que miramos al pasado con gratitud, miramos también el futuro con esperanza. Vivimos tiempos de múltiples solicitaciones. Unas, tal vez demasiadas, nos empujan en el sentido de la inclinación. Las que van en la dirección del verdadero espíritu universitario son las que elevan nuestro ánimo como exigencias. Dejarnos exigir por los valores superiores de la verdad y la justicia es trabajar por mejorar nuestro mundo. Y es también hacernos dóciles al espíritu –con mayúsculas- que nos dona la dignidad de hijos de Dios, nos hace seguidores de Jesús y nos da la fuerza para el servicio de los demás.
A quienes dejáis el colegio, becados y no becados, a todos, por supuesto, os deseo lo mejor. Con esto no me refiero exclusivamente a que terminéis la carrera y consigáis un buen trabajo con mejor salario. Ni el dinero ni la posición social lo es todo en la vida; así se nos recordaba en una de las últimas conferencias que teníamos hace un par de semanas “Claves para el éxito profesional”. Os deseo que vayáis saliendo adelante en la asignatura de la vida, que alcancéis vuestra cuota de felicidad pero que nunca sea a costa de los demás, sino en unión con los demás. Os deseo que lo aprendido en convivencia en estos años os ayude a enfrentaros con los nuevos desafíos y retos que la vida os vaya presentando en ese campo. Os invito a que no os olvidéis nunca de los que han tenido peor suerte en la vida y que les echéis una mano en cuanto podáis. En la medida en que sepáis compartir lo que tenéis, seréis más felices. Todo esto es lo que va incluido en ese “lo mejor” que os deseo.
Para los que seguiréis el año que viene en el Colegio, os deseo que sepáis “remar mar adentro”, como nos recuerda nuestro lema: dedicar vuestras fuerzas a hacer mejor este Colegio y a que los nuevos colegiales que vengan a rellenar nuestras filas encuentren en él, no sólo un edificio material, sino una comunidad en cuyo marco poder crecer y madurar como personas, en una convivencia basada en el respeto mutuo, en el apoyo, en la generosidad del tiempo dedicado a los compañeros, en el esfuerzo compartido.
A quienes os becáis, a los que se van, a los que se quedan, a todos os quiero desear éxitos en estas semanas finales. Quedan los últimos días del curso y con ellos llegan los exámenes. Es tiempo de estudio y de recoger lo que se ha sembrado a lo largo del año. Os deseo que la cosecha sea de la más alta calidad y que corresponda a la medida de vuestros esfuerzos. Os deseo los mejores resultados, correspondientes a vuestros esfuerzos y trabajos. ¡Buena suerte y buen estudio!
P. Teodoro Bahillo Ruiz cmf