Llevo ya unos cuantos años encontrándome por estas fechas con jóvenes que desean formar parte al curso siguiente de nuestra comunidad colegial. Hacemos muchas entrevistas cada año. Hablamos con los chicos y con sus padres. Y parece que lo hemos oído todo, que ya lo sabemos todo. Pero la vida siempre da sorpresas.
Y ayer me sorprendió una vez más. Por un momento, salí de lo habitual. Lo habitual es que los chicos entren en el despacho un poco desarrapados en su vestimenta y en sus posturas. Lo normal es que a muchos haya que indicarles suavemente que no nos conocemos de nada y que sería conveniente que usasen el usted en lugar de tutearme a la primera de cambio. Lo normal es que estén nerviosos y hablen como mucho de que les gusta el fútbol y los deportes en general. Lo normal es que sus conocimientos sobre la actualidad del mundo en que viven sean mínimos y eso siendo generosos. Lo normal es que vivan y se expresen todavía un poco como niños que son porque en esta sociedad nuestra la infancia y la adolescencia se han alargado mucho.
Pero de vez en cuando salta la chispa. Y ayer se produjo. En una tarde de entrevistas continuas, tres chicos tres me hicieron una pregunta parecida. Se podrían decir que se habían pasado la voz pero me extraña porque entonces habrían respondido bien a la pregunta por las fronteras de Israel que ninguno ha sabido responder bien en las últimas semanas y que denota la falta de conocimientos de geografía que tienen nuestros jóvenes.
Me preguntaron esos tres jóvenes cuál era el ideal de colegial, qué tipo de joven queríamos formar en este Mayor que quiere ser un centro educativo. Y además que se lo dijera en pocas palabras. Reconozco que tuve que parar y reflexionar un momento para ajustar las ideas y expresarlas con la brevedad requerida. Pero, con el Proyecto Educativo del Mayor en mente, la respuesta no era difícil: “Queremos formar personas adultas, libres y responsables, comprometidas en la construcción de un mundo más justo y solidario.” Luego, para remachar la idea, les aclaraba que en ningún caso el objetivo era formar buenos profesionales que ganasen mucho dinero.
No sé si lo conseguiremos. Pero al menos tenemos clara la dirección hacia la que queremos caminar. Y tratamos de que todo en el Colegio se oriente, se articule, en esa dirección. Es conveniente que los que están y los que vengan, tengan las ideas claras. El Jaime no es sólo un colegio mayor con buenas instalaciones. No es sólo que haya un buen clima de convivencia. No es sólo que tenga un buen ambiente de estudio. El Jaime es además, quiere ser, un lugar donde se formen personas comprometidas con la justicia. Para que todos sepamos a que atenernos.