Siguen pasando cosas en el Colegio. Este último mes, con la llegada de la primavera, ha tenido bastante de lúdico, pero también ha habido eventos que han roto la monotonía y permitido que entre nuestras paredes se viesen rostros y voces diferentes. Quiero dedicar estas líneas a una de estas actividades que tiene su peso en oro y el sabor de los mejores manjares, aunque no siempre y por todos sea valorado así. La última semana de marzo nuestro colegio fue una de las sedes del VII Torneo de Debate de Colegios Mayores de Madrid. Entre debate y debate sobre si se debe rebajar la mayoría de edad en España a los 16 años, 20 equipos de diferentes colegios mayores se movían por entre las salas de nuestro Mayor. Los dos equipos que el Jaime del Amo había presentado accedieron a los cuartos de final después de una disputada primera fase, con incertidumbre sobre la clasificación hasta el final. Uno de ellos tuvo el mérito de pasar a la fase final y la inolvidable oportunidad de debatir en el Senado de España. Más allá del triunfo o la derrota, quiero detenerme en lo que sucede, sin apenas darnos cuenta, entre debate y debate.
En el desarrollo del torneo se ponen en juego valores de alto nivel. Primero como anfitriones hubo que disponer todo para responder a la confianza depositada por la organización. En la disposición y la recogida de salas y espacios no faltaron colegiales que estuvieron a la altura de la ocasión, con disponibilidad y generosidad por su parte. Luego están los debatientes y los que asistieron como público a escuchar a sus compañeros.
Los que nos representaron dedicaron no sólo los días que tuvieron que competir, sino muchas horas de preparación buscando datos, argumentos y pruebas, redactando y memorizando sus intervenciones. Al trabajo personal y en equipo, indispensable en la preparación del tema y en el desarrollo del debate, se unen otros valores de alto nivel. Porque aprender a usar la palabra para dialogar y debatir, a dar razones y a rebatir argumentos, a buscar evidencias y datos que apoyen las ideas, es ya un valor en sí mismo. Pero hay aún más. Vivir es dialogar, encontrarse con los otros, escuchar sus razones y argumentos, debatir. La mayoría de los colegiales, si no todos, se van a encontrar, de aquí a pocos años, en su trabajo, con que tienen que presentar un informe, un proyecto. Se verán en la necesidad de defenderlo y de responder a las preguntas. Hay que aprender a escuchar y a debatir, a responder y hablar con estilo, con educación y respeto. Hay que cuidar el fondo y la forma. Mucho de esto es lo que aprenden y ponen en práctica los colegiales que participan en un torneo de este tipo. Se pone en práctica así, una de las razones de ser de la universidad, lugar de diálogo y debate por excelencia, haciéndose ellos mismos universitarios. Esto ha pasado en nuestro Colegio, hemos podido ser testigos y hay que subrayarlo. Hay también una juventud que aprovecha un fin de semana de marzo para aprender y prepararse para la vida. Esto se consigue poco a poco entre debate y debate. Es enormemente útil para su futuro. Y, además, se divierten y lo pasan bien.
Gracias a todos los que pusisteis vuestro grano de arena en este torneo, colaborando en la preparación, asistiendo a los debates y al Senado y aceptando que era un día en que nuestro colegio tenía que acoger y ser generoso con otros colegiales no residentes. Especialmente muchas gracias a los que nos representaron: Andrés, Quico, Quique, Jose Luis, Daniel y Alejandro. Que sigan pasando en el Colegio cosas como éstas.