Desde que llegué a este Colegio hace ya diez años hay un acto que goza de gran atractivo entre los colegiales y forma parte de esas “tradiciones” que parece no se pueden tocar. Es la ronda que precede a la fiesta colegial. Participa en ella la gran mayoría de los colegiales y a diferencia de otros actos en los que la casi totalidad del Colegio se hace presente (inauguración de curso, clausura), éste no es obligatorio y se realiza fuera de los límites del Colegio. La posición del equipo directivo hacia ella ha sido de tolerancia con resignación en una época y de prohibición los últimos años sin que por ello haya dejado de realizarse.
La pregunta por la razón de ser de este paseo nocturno de colegio en colegio y el por qué de esta participación masiva puede tener respuestas muy variadas que quedan para otra ocasión. Ahora toca afrontar el qué hacer frente a este hecho. Lo cierto es que se acepta con más o menos agrado que dentro del colegio pueda haber unas normas, unos límites, pero no que fuera de él se pretenda garantizar el adecuado ejercicio de la libertad y formas de expresión. Pero el Colegio se hace presente en este acto y, por coherencia, como Dirección no podemos mirar para otro lado como si nada pasase. Por eso hemos pensado que es nuestra responsabilidad no quedarnos con los brazos cruzados aunque esto sea interpretado por algunos como una amenaza a su libertad.
Nuestra posición ya os la hemos hecho llegar: por un lado, los disfraces en la ronda por parte únicamente de los nuevos colegiales sería considerado como una novatada más, y por tanto están prohibidas; por otro, entendemos como un derecho y un deber nuestra presencia como Dirección en la ronda para evitar manifestaciones incívicas, vejatorias, irrespetuosas que hemos sabido en años anteriores y que desdicen con los valores en los que en este Colegio queremos educar.
No hay nada malo en disfrazarse. Se puede hacer en carnaval, en una gynkana o para animar a nuestro equipo. Pero entendemos que el hecho de que los nuevos colegiales paseen disfrazados por la ciudad universitaria ante otros colegios y acompañados por el resto de colegiales, no deja de ser una novatada ante las que este Colegio ha dejado clara su posición y los colegiales habéis dado vuestro compromiso por escrito. ¿Por que no salir todos con el mismo uniforme verdiblanco que nos identifica? No mantengamos clases y diferencias.
Es notorio el hecho de que dentro del Colegio el ambiente ha cambiado y prueba de ello es el buen aire que se respira en la sala de estar. La impresión es que la mayoría de los colegiales que renovaron acatan el documento que firmaron en el que se comprometieron a no participar en esas actividades mal llamadas de “integración”. Pero esto obliga dentro y fuera del Colegio, sin que pueda existir la impresión de que la dirección no tiene ojos ni oídos más allá del recinto colegial. Dentro o fuera, allá donde el Colegio esté presente, identificado como institución, la Dirección puede y debe estar presente. Por eso no debería provocar temor que deseemos hacernos presentes en la ronda.
La Dirección no apoya ni favorece la ronda. Tampoco nos parece oportuno impedir lo que chicos, mayores de edad, quieran hacer fuera del Colegio. Pero en un centro educativo como éste no importa sólo el comportamiento dentro del Colegio. Todo lo que cualquier integrante de nuestra comunidad educativa hace, dentro o fuera, habla de nosotros y es nuestra responsabilidad. Hay disfraces y disfraces, cánticos y cánticos, cortejos y cortejos. Lo que está en juego es la responsabilidad, el respeto, la educación, la dignidad de todos. Eso es lo que deseamos y queremos que se haga presente en la ronda al tiempo que nos sentimos del Jaime del Amo frente a otros colegios. ¿Es pedir demasiado?
P. Teodoro Bahillo Ruiz, cmf