Así reza el saludo tradicional mil veces repetido en estos días. Así se lo deseo a todos los colegiales, a sus familias y a todos los que lean estas líneas. Aunque los políticos y la crisis nos hagan pensar que no hay nada de nuevo en el año que comienza, creo que no es así. No se trata de caer en el optimismo ingenuo de los que piensan que, pasados los primeros meses, diremos adiós a la crisis. Eso posiblemente no sucederá.
Pero hay muchas otras cosas buenas y que se atisban como posibilidades en el futuro. La crisis no es mala en principio. Es también un tiempo de posibilidades abiertas, de caminos y encrucijadas que se ponen ante nosotros. Hay que asumir riesgos, tomar decisiones. En tiempo de crisis se dan las mejores oportunidades para modelar un futuro mejor para todos.
Quizá descubriremos que la crisis es ante todo económica y que ese aspecto de nuestra vida, aún teniendo su importancia, no lo es todo. Los niños de hace 40 años en España y de muchos países en la actualidad no tienen juguetes caros, como a los que estábamos acostumbrados, pero eso no quiere decir que no jueguen y que no disfruten de la vida. Es bueno que tengamos medios para aprender pero si nos falta la pasión por aprender por muchos medios que tengamos no aprenderemos.
Lo más importante de la vida no está en el dinero sino en la relación, en la familia, en la amistad, en el encuentro con el otro. Para eso no hace falta mucho dinero. Una cena sencilla y, por qué no decirlo, barata puede ser un momento de encuentro mucho más memorable que la cena más cara en el mejor restaurante. Porque la calidad humana de una comida no la da lo que se come sino con quien se come, es decir la calidad de la relación humana.
Quizá esta crisis sea la oportunidad para descubrir valores que teníamos olvidados, para sentir que hay que potenciar el crédito a las otras personas, que sólo confiando unos en otros, podremos avanzar y crear una sociedad más justa. Es posible que en el futuro seamos un poco más pobres pero es de esperar que haya más justicia, más igualdad, más fraternidad. Porque con lo que hay, hay para todos y de sobra. Es cuestión de no ver en el otro una amenaza sino un hermano.
Este año 2012 puede ser un buen año. Un magnífico año. Depende de cómo lo vayamos haciendo cada uno. Remedando las palabras de Kennedy en su famoso discurso, no es cuestión de preguntarnos qué pueden hacer el estado o la sociedad o el colegio o nuestra familia o nuestros amigos por nosotros sino qué podemos hacer nosotros por el estado, por la sociedad, por el colegio, por nuestra familia o por nuestros amigos. ¡Feliz 2012 para todos!