¡Feliz Navidad!

Terminó el primer trimestre. Se ha pasado volando. Lo dicen sobre todo los de primero. Parece que fue ayer cuando llegaron al Mayor, cargados de maletas, ilusiones, miedos y ansiedades. ¿Cómo sería la vida en Madrid? ¿Cómo les iría en sus nuevos estudios? ¿Encontrarían amigos? Ésta última era posiblemente la que más les importaba, la más urgente. Paso, como tantas otras veces, que a veces lo urgente no deja ver lo importante.

Han ido pasando las semanas. Los primeros exámenes. Para algunos los primeros fracasos. Se lo han pasado muy bien. Han hecho amigos. No hay nadie que esté sólo. Algunos han tenido que pagar un alto precio. Quizá todavía no son conscientes de ellos. Es de esperar que algún día se den cuenta. Hay que tener paciencia. Y dar tiempo al tiempo. Ni Zamora se ganó en una hora ni estos jóvenes pasan en un trimestre de niños a hombres. Y eso que el cambio se produce con una cierta aceleración.

Terminó el primer semestre y ya está aquí la Navidad. Ya se ha vaciado el Colegio. Ya no hay nadie en la sala. Las familias ganan la presencia del hijo. Seguro que para algunas madres se ha hecho muy largo este trimestre. El otro día me llamaba una y me decía que tenía a su hijo en casa. Pregunté si estaba contento. Me respondió que del hijo no estaba muy segura pero que ella si estaba muy contenta de tenerle en casa. Así son las madres.

La Navidad es para celebrarla en familia. Eso es lo que deseamos a todos los colegiales. Hay tiempo para todo a lo largo del año. Tiempo para estudiar y para divertirse con los amigos. Tiempo para muchas otras cosas. Pues ahora es tiempo de vivir la familia. De encontrarse con esa realidad, los lazos familiares, que son tan importantes para la vida de toda persona. Encontrarnos con nuestras propias raíces. Para lo bueno y para lo malo. Descubrir de una manera más consciente de dónde venimos, lo que nos ha dado lo que somos y, por tanto, lo que nos abre a un futuro lleno de posibilidades nuevas, de desafíos, de otras realidades en las que ir creciendo y madurando, en las que ir escribiendo nuestra propia historia. Pero siempre desde esa realidad a la que estamos indefectiblemente atados que es nuestra familia.

Por eso, quiero desear a todos los colegiales y a sus familias unos días de paz y tranquilidad, de vida compartida, de gozo en la unión. Unos días que potencien las raíces para que el árbol pueda crecer con más fuerza, con más ramas. Sin temor a los vientos ni a las plagas.

Estoy seguro de que para muchas familias esta realidad se vive con Jesús, María y José como vínculos de unión. Que el Niño recién nacido os ilumine a todos y os regale la paz.

Luego vendrá el 2013. Con lo que traiga. No importa. Cuando las raíces están bien puestas, los vientos no importan demasiado.

P. Fernando Torres Pérez cmf