Hemos tenido la fiesta de comienzo de curso. Como su mismo nombre indica marca el final del verano y el comienzo del curso. Es tiempo de estudiar. No es del todo verdad porque hay un montón de colegiales que ya están con trabajos y exámenes. El Plan Bolonia tiene eso, que implica el trabajo constante de los estudiantes. Pero hay que poner una fecha en la que más o menos estén todos los colegiales ya en Madrid. En ese punto, termina una primera etapa de integración y comienza otra que tiene que estar marcada ya por el trabajo asiduo y constante.
Claro que la fiesta llama. Siempre tiene un punto de atracción mayor que el estudio. Para algunos nuevos colegiales, esta primera etapa ha podido constituir un cierto espejismo. Están por primera vez lejos de sus padres, se sienten libres para salir y entrar, el control es mínimo. Y la diversión está al alcance de la mano. Los exámenes quedan lejos. Vale que ya tienen algunas pruebas pero son de poca importancia. Ya se podrá recuperar. Al fin y al cabo, en bachillerato les bastaba con apretar un poco los días anteriores al examen.
Los que se están planteando así este principio de curso –y son más de uno casi con toda seguridad– tienen muchas probabilidades de encontrarse con lo que no esperan en los exámenes de diciembre o enero. Pero entonces será tarde. La recuperación del tiempo perdido será muy difícil. Porque no se trata sólo de aprobar un examen sino de comprender unas asignaturas, de asimilarlas. Y eso no se hace en un día ni en una semana.
Por eso, no tiene mucho sentido que se organicen otras fiestas, como la capea, por ejemplo. El Colegio no las apoya. No las favorece. Otra cosa es que pueda impedir lo que un grupo de chicos, mayores de edad, quieran hacer.
Pero en un centro educativo como éste no importa sólo el comportamiento del chico dentro del Colegio. Todo lo que hace, dentro o fuera, es valorado, tiene su importancia. Promover o participar en actividades que no están en la línea del Proyecto Educativo tiene, como es natural, sus consecuencias, sobre todo cuando a la hora de la renovación se ha puesto la firma en él. No podía ser de otra manera. Cuando se está diciendo a los colegiales –a los de primero pero también a los de los otros cursos– que ya es hora de centrarse, dedicarse a organizar fiestas no es la mejor respuesta ni la más apropiada.
P. Fernando Torres Pérez cmf