Han sido casi seis meses con los pasillos silenciosos, las habitaciones vacías y las persianas bajadas, pero por fin podemos decir que la vida colegial ha vuelto. Desde hace unos días los nuevos colegiales empiezan a sentir lo que es vivir en un Colegio Mayor. Entre miedos, dudas, inseguridades sobre cómo será todo, pero con la ilusión de vivir esta experiencia. Se oyen aplausos, tímidas voces, algo de bullicio en comedor y sala. Y poco a poco irán llegando todos los demás colegiales con el reto de convivir en medio de las restricciones que nos rodean.
Deseo daros a todos, colegiales y personal del Mayor, una bienvenida más virtual que nunca en las circunstancias actuales, pero cercana. Deseo que juntos podamos hacer del Colegio Mayor el mejor lugar donde empezar, con valentía y responsabilidad, un curso especial, diferente, pero igualmente enriquecedor. Entre todos tenemos que conseguir poder afrontar los desafíos que nos esperan en estos primeros meses. No dejar que se hunda nuestro barco, porque no podemos permitirnos otro confinamiento. No desesperarnos porque esto se alargue, pues de momento parece que va para largo. No añorar cosas que otros años podíamos hacer y ahora no podemos. Como dice ese hasthag tan oído estas últimas semanas: #volveresganar.
Un gran reto al que nos enfrentamos es cómo convivir tantas personas sin exponer nuestra salud a riesgos innecesarios, cómo hacer que la vida fluya sin que nos bloquee el miedo a la pandemia. Entre todos, desde la responsabilidad y poniendo nuestras mejores iniciativas al servicio de todos, esperamos conseguirlo. Pero sabiendo que ahora más que nunca, decisiones ligeras de algunos, pueden perjudicarnos a todos, y comprometer nuestra vida colegial, y lo que es peor, nuestra salud.
Serán sensaciones extrañas tanto para los nuevos como para los mayores. Los primeros, porque les dirán lo que antes hacían y ahora no se puede. Las Jornadas de acogida ya han sido distintas. Hemos tenido que ajustarnos, acomodarnos, reinventarnos. Los que ya han vivido antes en el Mayor, porque el tiempo ahora va más lento, no se puede llenar toda la jornada de actividades, de planes y cosas por hacer y habrá que aprender a gestionar los días cuando no se pueda ir a la universidad. Aprender a encontrarse tranquilamente con un compañero y no tener nada que hacer, que es también un modo de que despierten capacidades adormecidas y tareas pospuestas.
Sólo juntos, unidos, pero no revueltos, sin limitarnos a lamentarnos, ajustando cada uno un poco sus propias coordenadas, conseguiremos no abatirnos. Menos que nunca vale el “sálvese quien pueda” y sólo juntos aprenderemos a reaccionar y encontrar caminos. Correremos riesgos, pero en la seguridad colectiva estará la salvación individual y podremos salir adelante. Por eso se han establecido algunas normas que nos guíen y protejan al menos en la primera parte del curso. No vamos a renunciar a la convivencia y a la vida social, pero vamos a ser cuidadosos con las medidas recomendadas en cada caso y contexto.
Hemos vuelto. Es el momento de volver a tejer historias juntos. Eso es lo importante ahora, con ilusión y esperanza, vamos a abordar este momento. Bienvenidos queridos colegiales. Ánimo, saldremos adelante porque el barco del Jaime sabe, en medio de las tormentas, bogar mar adentro: ¡Duc in Altum!