La vida colegial tiene sus ritmos. Las primeras semanas, con actividades muy distintas, sirven para que cada uno se sitúe ante lo que le espera. Los nuevos colegiales a tejer su red de relaciones, hacer amistades, conocer gente, situarse en la universidad, en los estudios, asomarse a Madrid con todos sus encantos y posibilidades. Aquellos a quienes vivir en un Colegio Mayor no les resulta ya novedoso, también enfrentan nuevos retos, cómo ayudar a crear una convivencia enriquecedora entre todos, plantearse nuevas metas más allá del simple “pasármelo bien”. Se trata de aprovechar esta oportunidad y de que otros también se enriquezcan con ella.
Esta etapa comenzó con el buen ambiente entre los nuevos colegiales, a partir de las Jornadas de Acogida, y ha acabado con Cena de Bienvenida, la Fiesta Colegial, la Capea y una decisión disciplinar importante para la vida colegial. Se han sucedido sentimientos muy distintos: alegría, ilusión, tristeza, indignación, decepción... Es importante detenerse y reflexionar.
En primer lugar deseo reconocer el esfuerzo de los organizadores de las diversas actividades colegiales de integración, conocimiento y celebración, que hicieron por y para que otros colegiales pudiesen vivir con ilusión esta primera etapa. Asumir esta responsabilidad, dejando a un lado intereses y provechos personales, es hacer colegio.
Por otro lado he constatado estos días cómo la desinformación siempre acaba siendo fuente de juicios y decisiones precipitadas. Sentimientos de indignación siempre han movido masas, con causas para ello y sin causa. Respeto que todo el colegio muestre su decepción ante una decisión de la Dirección, pero me sorprende que se hagan juicios, e incluso se falte al respeto, sin tener un conocimiento pleno y real de lo sucedido; me sorprende que se confíe más en las medidas de presión que en las de diálogo, más aún sin conocer, ni esperar a tener una explicación, porque se puede llegar a banalizar la mentira, dando por bueno el “no sé por qué se ha tomado esta decisión”. Es más fácil mirar a otro lado, como si nada hubiese pasado, que asumir la propia responsabilidad. Pasados los días, y con más conocimiento, se replantean algunas posiciones. Hacer colegio es creer en el diálogo, no bajarse del barco cuando éste zozobra porque hay tormenta. Gracias a los que no lo hicieron, y ánimo a los que sucumbieron en este momento de presión, para sacar aprendizaje de esta experiencia.
El camino es largo para las grandes conquistas (maltrato, racismo, exclusión a las minorías…, también novatadas). Pero se van dando pasos. En los próximos días se presentará una iniciativa parlamentaria para hacer frente a este fenómeno y esperemos que a continuación se prosiga por la vía penal. Como colegiales del Jaime del Amo, espero que también creáis en este reto. Eso también es hacer colegio, porque el colegio lo hacen los colegiales, pero los colegiales que comparten los principios y valores de esta Institución. Por eso no todos los colegiales, y no siempre, hacen colegio con sus acciones y omisiones, con sus actitudes y sus algaradas.
P. Teodoro Bahillo Ruiz cmf