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Hay que seguir hablando de las novatadas (1)

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Es curioso como una vez pasada la fiesta de octubre, nadie quiere hablar de las novatadas. Se convierte en un tema tabú ante el que la mayoría de los colegiales tuerce la cara cuando se les plantea. También en muchas familias de los colegiales se observa algo parecido. Hay en ellos una cierta preocupación durante ese periodo, es decir, cuando a su hijo le toca ser sujeto paciente –porque con sus padres sí habla y les cuenta lo mucho que sufre aunque a los compañeros o a la dirección no se diga nada y se ponga buena cara–. Pero esa preocupación desaparece totalmente al año siguiente. Incluso, si el hijo es castigado en los años siguientes por haber sido pillado haciendo alguna, se le defenderá diciendo que a él le hicieron muchas y que total lo que su hijo estaba haciendo era una tontería, una pura y mera broma.

Pero conviene volver a hablar del tema y verlo desde diferentes ángulos. ¿Han pensado, por ejemplo, que en el comedor de nuestro Colegio conviven los que humillaron y los humillados? Todos se tratan bien, hablan sin problema, aparentemente no hay conflicto. Pero todos saben perfectamente lo que hicieron y lo que pasaron. Lo que estuvo bien y lo que estuvo mal. Lo que integró y ayudó y lo dolió y maltrató. ¿Se pueden olvidar algunas cosas tan fácilmente en nombre del compañerismo?

Algunos dan la impresión de haber caído en algo parecido al síndrome de Estocolmo. Se sienten felices de haber sido humillados. Se lo pasaron bien. Se divirtieron muchísimo. Hicieron la croqueta, se ducharon en agua fría y quién sabe cuántas otras cosas. Todo se lo mandaban y ellos obedecían divertidos. Era su forma de comprar la benevolencia de los que se le presentaban como superiores, de los “veteranos” que le protegerían en su nueva singladura. En todo caso, se compensan a sí mismos pensando que el año que viene podrán tomar la revancha. Todo es cuestión de esperar.

Esas actitudes son realmente preocupantes. Reproducen algo que viene de antiguo en la humanidad: arrastrarse ante el que es más fuerte y humillar al que es más débil que nosotros. Me da por pensar que los que hacen eso son los que en el futuro le van a hacer la pelota al jefe, no serán nunca críticos con la autoridad y al mismo tiempo se comportarán despóticamente con sus inferiores. Quizá todo esto de las novatadas no sea más que un reproducir los más rancios mecanismos sociales, el movimiento provocado por los más atávicos instintos de la humanidad. Esos que han llevado a las guerras, a la injusticia, a la opresión de los débiles por los fuertes. Esos que creíamos ya superados en un estado de derecho basado en el respeto a la dignidad de la persona humana. Y eso es la primera lección que se presenta al nuevo colegial al momento de comenzar su vida universitaria. ¡Qué pena! Menos mal que no todos, es de esperar, la aprenden y asimilan.

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