Al comienzo de una carrera los atletas están nerviosos y deseosos de comenzar la prueba. En el recorrido se verá de lo que son capaces, tendrán la oportunidad de dar lo mejor de sí mismos. Aunque la meta pueda verse lejana, se atisba ya en el horizonte y se desea vivamente llegar a ella.
El comienzo de un curso en el Colegio Mayor tiene algún parecido con la salida de una carrera. Ya estamos prácticamente en marcha. Y los días y las semanas y los meses irán demostrando de lo que cada colegial es capaz. La meta está lejos. La carrera es exigente. Como Director y en nombre de todos los que colaboramos en la gestión de este Mayor no puedo menos que desear a todos los colegiales lo mejor para vuestro desempeño a lo largo de este curso.
Pero quizá sería conveniente decir una palabra sobre dónde está la meta. No es cuestión baladí. Ya decían los antiguos romanos aquello de “bene curris sed extra viam”, lo que en román paladino quiere decir “corres bien pero fuera del camino”. Y así no hay manera de llegar nunca a la meta.
Repasando la biblioteca de mi despacho me he encontrado un libro que nos puede dar unas pistas sobre el adónde nos dirigimos o nos debemos dirigir en un Colegio Mayor. No es nuevo –fue editado en 1966– y por eso tiene ya en cierta medida el peso de la sabiduría que dan los años. Se titula Teoría del Colegio Mayor y habla de lo que debe ser un Colegio Mayor y de lo que debe ser un colegial de un Mayor. Dice algunas cosas que nos pueden sorprender pero que no por eso son menos verdad. Van aquí algunas espigas escogidas de entre lo mucho bueno que en el libro hay:
“No se puede –no se debe– ser colegial si no se tiene una bien arraigada vocación de estudiante universitario. Decía Goethe que es en verdad estudiante quien se ocupa en una incesante aspiración, y justamente en esa insatisfacción perpetua, en ese deseo de ser mejores cada día, reside la esencia de una vocación verdadera.” (p. 118)
“Está bien claro que el Colegio Mayor debe limitarse a fomentar la vocación universitaria y a ofrecer las correspondientes oportunidades de servirla a aquellos que la tengan arraigada. Cuando se demuestra que un individuo no pretende fomentar en sí mismo tal vocación ni hace nada por aprovechar las mencionadas oportunidades debe considerarse legítimo que se prescinda de él, aun sin nada negativo en su conducta, y simplemente por la falta de entrega al quehacer positivo que el Colegio supone.” (pp. 123-124)
“¿Por qué motivo un Colegio Mayor va a sentirse obligado a convertir en universitarios a quienes no desean alcanzar tal condición y creen que la tienen ya por el simple hecho de matricularse?” (p. 124-125)
“Si para alguien supone insufrible tiranía –y no, por tanto, gozosa necesidad– la lectura de nuestros clásicos o el conocimiento de las ideas desde las cuales vive el hombre de nuestro tiempo, o los problemas de la ciencia moderna, o la preocupación por las dificultades de la convivencia entre los hombres, más vale que no se engañe a sí mismo aparentando una vocación que no siente y que renuncie de antemano a vivir en un Colegio Mayor. Porque, una de dos: o falsifica su existencia o falsifica la institución, con todas las graves consecuencias de una y otra posibilidad.” (p. 126)
“Los actos todos que se celebren en un Colegio Mayor deben tener, por lo general, carácter ‘voluntario’. Pero se puede y se debe presumir que quienes ‘voluntariamente’ no toman parte en ellos pueden perfectamente trasladarse a cualquier cómoda pensión.” (p. 126-127).
Es suficiente. Los buenos entendedores, que hay muchos entre los colegiales, ya habrán captado que quizá sea necesario replantearse lo que es un Colegio Mayor y lo que debe ser y vivir un colegial.
Ser colegial en un Mayor es una verdadera vocación a la excelencia, a vivir en otro nivel superior al de la masa borreguil que a veces parece conformar nuestra sociedad toda. Es una llamada a hacer de la verdadera democracia basada en el diálogo y la tolerancia, el respeto y la capacidad crítica frente a todo lo establecido el principio de la convivencia a todos los niveles, también en el Colegio. Es la capacidad de poner en cuestión nuestras más arraigadas convicción estando a la escucha de las razones de los otros y siempre a la búsqueda de lo que es más respetuoso con la dignidad humana. Es todo lo contrario al feudalismo, al caciquismo, al fascismo que se construye sobre la humillación y la sumisión. Es poner en práctica la buena nueva de Jesús que nos habla de un Dios, su Padre, que quiere construir el Reino, la casa común, en donde nadie es excluido.
Ser colegial es mucho más que estudiar mucho, sacar adelante una carrera y respetar mínimamente el reglamento. Es una verdadera vocación y misión a construir una nueva sociedad. No intentarlo es fallar del todo. Otros esfuerzos, otros intentos, pueden ser muy buenos pero no llevan a la meta y dejarán al colegial perdido en su laberinto.
Deseo sinceramente a todos los colegiales que tengan clara la meta de sus esfuerzos. El Colegio Mayor Jaime del Amo, en su proyecto educativo, la tiene clara.