Leo en la prensa que el papa Francisco invitó personalmente a la ceremonia de inauguración de su pontificado a un cartonero de Buenos Aires, a un profesor que ha creado una escuela de adultos en su barrio y a una religiosa misionera en Tailandia. Para ser realistas, estas tres personas eran nada o casi nada en medio de la multitud que se hizo presente en la plaza de San Pedro del Vaticano para atender a aquella eucaristía. Nada o casi nada. Pero un signo lleno de fuerza si atendemos a sus significado. Porque esos signos significan tanto o más que las palabras de su homilía.
Hay que repetirlo un signo pequeño. Pero lleno de fuerza. Nos indica por dónde quiere caminar el papa Francisco.
También en nuestro Colegio hay signos pequeños. Pero están llenos de fuerza y de vida. En el contexto de la Semana Solidaria ha habido actos a los que han acudido muchos colegiales (el partido entre la dirección y el equipo de ajedrez). Pero también los ha habido más pequeños. Han participado tan pocos colegiales que casi han pasado desapercibidos. Pero eso no significa que no tengan un significado.
En la tarde del jueves se había organizado un encuentro con un grupo de inmigrantes ecuatorianos. Se trataba de visitarlos en su territorio, de salir del Colegio para acercarse a su realidad y pasar un rato con ellos. La actividad se concretó en pasar dos horas por la tarde jugando con los niños que habían acudido al local de la asociación. No fueron más que tres colegiales: el organizador y dos que se apuntaron. Los demás, posiblemente, tenían mucho que hacer un día antes del comienzo de las vacaciones de Semana Santa.
Nos dijeron que había sido algo diferente, que iban a volver en cuanto pudieran. Quizá hasta dieron el paso de ver lo que se esconde detrás de esa realidad. Como aquel colegial, voluntario en “Bocatas”, llevando alimento a los que están en la calle, que me dijo que había tenido una tarde muy buena, que habían encontrado a muchos a quien dar sus bocatas. Le dije que en realidad había tenido una tarde fatal, que lo que había visto era el fracaso de una sociedad que deja fuera de la mesa común cada vez a más gente.
El objetivo de la Semana Solidaria no es conseguir dinero de cualquier manera para entregarlo a algún proyecto en un país pobre. Para eso no hace falta organizar actividades tan complicadas. Podemos recordar a aquel Colegio Mayor que organizó una fiesta solidaria por todo lo alto. Se gastaron miles de euros. Pero el dinero sobrante, el que lograron recaudar para el proyecto no llegó ni a cien euros. Es peligroso eso de tomarse copas y organizar fiestas a costa de los pobres. No se debería hacer nunca.
El objetivo de la Semana Solidaria es invitarnos a salir de la burbuja, ver el otro lado del mundo, el que les ha tocado a los más desfavorecidos. Es darnos cuenta de la realidad de injusticia que está presente en nuestras calles. Si, al menos, dos colegiales se han dado cuenta de ello, la Semana Solidaria ha cumplido su objetivo. Y se ve la eficacia y la fuerza de los pequeños gestos. Buen descanso y feliz Pascua a todos.
P. Fernando Torres Pérez cmf