Cuando me encuentro con conocidos a los que hace tiempo que no veo, me suelen preguntar dónde estoy destinado. Al decir que en un Colegio Mayor, se sonríen. Noto que les sale la nostalgia por su vida universitaria. El tiempo pasado les ha hecho seleccionar los recuerdos y, pasado el cedazo de la memoria –de la mala memoria– les quedan las fiestas, los amigos y poco más.
Tanto es así que recuerdo un padre que a la hora de solicitar plaza para su hijo me dijo que entendía que su hijo no venía a estudiar sino, y sobre todo, me dio la impresión, a pasarlo bien porque “los años de la universidad hay que disfrutarlos.”
Está bien que la memoria nos juegue malas pasadas y terminemos olvidando lo menos bueno de nuestra propia vida. Está bien que se nos queden arrinconados los recuerdos de las muchas horas de estudio, de los problemas con los amigos, de los disgustos familiares, de las fiestas en que nos aburrimos. Está bien. Significa que la vida es misericordiosa con nosotros. Pero eso no quiere decir que la vida no esté hecha de horas alegres y de horas tristes. Ni que la alegría del examen bien desarrollado no esté inexorablemente unida a las muchas horas de estudio gris, monótono y aburrido.
Está bien que, como decía aquel padre, los colegiales disfruten de la vida. ¡Cómo no! Pero tienen que aprender a disfrutar de ella con medida. A disfrutar de los momentos buenos y de los malos y regulares. Porque todo es vida. Y lo que se pasa, se pasó y queda perdido en el pasado, sólo rescatable por la débil y limitada memoria de que disponga cada cual.
Los colegiales tienen que ser conscientes de que lo que hacen ahora tiene consecuencias para su vida futura. No sólo se trata de sacar buena nota en los exámenes. Todo es importante. Un ejemplo: hay muchos colegiales que cuelgan sus fotos, sus mensajes en Twiter, en Twenty o en Facebook. Y dejan sus perfiles como públicos. Todo el mundo puede acceder a sus páginas. También los que en el futuro le vayan a entrevistar con vistas a un puesto de trabajo.
A veces la locura juvenil tiene consecuencias en el futuro. Por eso hay que ser prudente. Desde ya. Todo tiene importancia. La foto que es ahora causa de risa puede provocar lágrimas en el futuro. Y entonces no se podrá decir “lo siento” o “no me di cuenta.”
P. Fernando Torres Pérez cmf