El pasado 22 de febrero impartió en el Colegio Mayor una conferencia don José Antonio Martínez de Villarreal. Diplomático de carrera, es vecino del Colegio Mayor porque actualmente cumple las funciones de director de la Escuela Diplomática, situada a pocos metros del Colegio en dirección a la Av. Juan XXIII. Su conferencia fue interesante. Dada su gran experiencia diplomática en diversos países, nos ayudó a todos a comprender mejor la realidad de la Unión Europea y la importancia de su incipiente servicio exterior en el marco de un mundo cada vez más globalizado.
Pero no fue esto lo que más me llamó la atención sino su manera de terminar la conferencia. Lo hizo aludiendo a la actual crisis económica en la que vivimos y subrayando la realidad de que estamos dejando un triste futuro a los jóvenes. Habló de su propia experiencia familiar. Su hijo se había visto obligado a irse de España para encontrar trabajo. Esta reflexión final la hizo con cierta amargura.
Pensé, cuando le oí, en los colegiales. A ellos ciertamente les toca de lleno esta reflexión. Si los colegiales de hace unos cuantos años no tenían prácticamente problemas para encontrar trabajo, los actuales –esos de los que se dice que es la generación mejor preparada y formada de españoles en toda la historia– lo van a tener muy difícil. Las cifras indican ya que en España a día de hoy más de la mitad de los jóvenes están en el paro. Posiblemente eso afecte más a los que menos formación académico y/o profesional tienen. Pero cifra tan alta termina por afectar a todos. En suma, que los colegiales del Jaime, como tantos otros jóvenes, no tienen un futuro fácil por delante.
Eso es un hecho. Es la realidad que está ahí. Difícilmente se puede cambiar a base de enfurruñarse. Cuando eran pequeños bastaba con agarrarse a las faldas de mamá para que la vida se hiciese más fácil, se levantase el castigo o mamá les dijese que no se preocupasen, que mamá y papá estarían siempre ahí para hacerles la vida más fácil. Pueden perder el tiempo mirando a la leche derramada, quejándose de lo malos que han sido sus mayores. Pero nada de eso va a cambiar la realidad.
Es tiempo de agarrar al toro por los cuernos, de mirar la vida de frente y actuar. Hay que mirar al futuro con valor, prepararse bien y trabajar mucho para salir adelante. Preguntarse qué es lo que quieren hacer en la vida es mucho más importante que aprobar el siguiente examen u organizar la salida del fin de semana. No puede ser que las pequeñas cosas de la vida diaria les roben la atención de lo que está en juego: su futuro.