Lo primero es comentar algo que me sigue sorprendiendo desde que empecé a escribir esta columna semanal en la página web del Colegio: las pocas, poquísimas por no decir casi ninguna vez, que se ha presentado algún colegial en mi despacho para comentarme su acuerdo o desacuerdo con lo que publico cada semana.
Y la verdad es que me hubiera gustado recibir esos comentarios. Aunque no fuese más que por dialogar y charlar un rato sobre la vida colegial.
Claro que también es verdad que siempre llega, sea por vías indirectas, algún comentario sobre lo escrito. Y uno de esos comentarios repetidos es que en esta página se da muchas más veces caña, en el sentido de criticar, que alabar lo que hacen los colegiales. Tienen razón.
Seamos realistas. Si esta página se dedicase continuamente a echar alabanzas, posiblemente nadie la leería. Sería un poco aburrida. Pero más allá de esta razón un poco ocasional hay otra razón más importante. Si el Colegio es un centro educativo, de lo que se trata no es de ser complacientes con lo que ya somos sino de crecer.
El Colegio no debe dejar a los colegiales en el mismo lugar en el que estaban antes de llegar. Se supone que el Colegio ha de ayudarlos a madurar, a crecer como personas, a ser más libres, a ser más responsables. En definitiva, no se trata más que de llevar a la vida el lema del Colegio: “Duc in altum”, rema mar adentro, metete allá donde cubre, experimenta, crece, madura como persona.
Por eso, esta página trata de espolear, de animar, de llamar la atención sobre aquellos puntos en los que se está traicionando ese lema. Quizá, allá donde en vez de ser libre el colegial se está dejando llevar por el espíritu rebañil que, a veces, desgraciadamente impone su ley en la vida colegial.
Todavía recuerdo el primer “Desde el despacho del director”. Era un comentario con motivo de la película Diarios de motocicleta que cuenta el viaje del Che Guevara a través de diversos países de América del Sur. Terminaba aquel comentario diciendo que me gustaría que para los colegiales “los años de estancia en el Mayor fuesen una oportunidad para salir de casa, de lo familiar y seguro, y abrir los ojos a otra realidad diferente, para dejarse afectar por ella, para crecer y madurar como personas, para sentirse miembros activos de la sociedad, solidarios con aquellos a los que les ha tocado la peor parte.”
Sigo pensando lo mismo. Aunque para ello, en más de una ocasión haya que ser críticos y poner el listón alto.
P. Fernando Torres Pérez cmf