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Una cuestión de dignidad

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Han tenido reunión los del primero, los nuevos colegiales. Se trataba de explicar un poco el reglamento y las diversas normas del Colegio Mayor. También, como es inevitable por la época en que vivimos, el comienzo de curso, se ha hablado de las novatadas.

Es notorio el hecho de que dentro del Colegio el ambiente ha cambiado. Prácticamente no se usa el “usted” tan vejatorio y parece que la mayoría de los colegiales que renovaron acatan el documento que firmaron en el que se comprometieron a no participar en esas actividades mal llamadas de “integración”. Pero fuera, eso es otro mundo. Los colegiales nuevos han reconocido su participación. Lo han dicho en la reunión. Han hecho abundantísimas flexiones, han hecho la croqueta, algunos han comido comida de gato, alpiste... Otros han estado en pisos de ex-colegiales. Ha habido uno que ha reconocido haber hecho surf (y eso dentro del Colegio).

Es una situación preocupante. Unos, los que renovaron, quiebran su compromiso y se quedan tan tranquilos. Ya seguiremos hablando de eso. Pero hoy me preocupa y me sorprende y me deja perplejo otra cuestión. A mi modo de ver es mucho más grave. Los nuevos colegiales provienen todos de familia de clase media. Han recibido una buena educación. Han tenido medios como no los ha tenido ninguna generación anterior en España. Sus notas medias, el manejo del inglés que tienen muchos de ellos, y muchos otros datos lo corroboran. Pero algo ha debido fallar en esa educación cuando muchos parecen incapaces de defender su propia dignidad y la pierden con tanta facilidad.

Porque hacer flexiones –y digo lo más sencillo, lo que desgraciadamente a algunos padres incluso les parece “divertido”– porque te lo manda a gritos otro chico como tú que se auto-califica como “veterano” y que lo impone como condición para acogerte en su círculo de amistad, no es más que una pérdida de la propia dignidad. Los chicos se rebajan a hacer flexiones o a comer alpiste. Aceptan la autoridad del otro –no se sabe quien se la ha dado– gratuitamente y hacen ante él lo que no harían nunca ni ante el director ni ante sus padres ni ante un profesor.

Luego es perfectamente comprensible que den por supuesto que ése es el sistema para el futuro: que el grande abusa del pequeño, que así son las cosas y así deben ser. Perfecto camino para ser novateadores el año siguiente y para comportarse el resto de su vida.

¿Como podríamos enseñar a estos chicos a respetarse a sí mismos, a defender su propia dignidad? Porque ése es el punto de partida necesario e imprescindible para ser colegial, ser universitario. En definitiva para ser persona.

P. Fernando Torres cmf

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