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Escrutar y ser generosos

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  Al inaugurar un nuevo curso permitidme que exprese como director esos deseos que en este momento del año afloran con más naturalidad. Cada uno de vosotros es responsable de su vida. Podéis verla como un conjunto de dificultades insuperables: estudios exigentes, relaciones afectivas precarias aún en construcción, problemas familiares, un futuro complicado. O podéis verla como un manojo de oportunidades que están esperando a que os lancéis al ruedo sin miedo y con confianza. Ser universitario es experimentar en dosis cambiantes algo de esto: el esfuerzo y sufrimiento por el conocimiento de la verdad, la aventura de una libertad creciente y la conquista de una felicidad siempre cercana y siempre en fuga.

  El Colegio Mayor es como un trampolín que facilite que el salto sea lo más grande posible. Hasta hace poco –y esto vale sobre todo para los nuevos colegiales- otros han dado los pasos por vosotros; principalmente vuestras familias os han apoyado afectiva y financieramente. Ahora vais a tener que empezar a caminar por vosotros mismos. Da miedo pero es la única posibilidad de vivir una vida que valga la pena. Pienso en Teresa de Jesús, cuyo centenario estamos celebrando, que aún niña y contra la voluntad de sus padres siente deseos de escapar a tierra Santa o del joven Jorge Bergoglio que contra la voluntad de su madre que sueña con que su hijo sea médico siente que algo dentro le impulsa a entrar al seminario y hacerse jesuita.

   Porque hay tiempo para muchas cosas, os puedo decir esto: sed generosos con vuestro tiempo y no digáis nunca “no tengo tiempo”. Cuando más se da en la vida universitaria más se recibe. Esto se empieza a verificar desde el momento en que elegís con quien os relacionáis o a que actividades dedicáis tiempo. Porque podéis elegir apuntaros a una, dos, tres actividades o quedaros encerrados en las ocupaciones de la propia carrera; jugar en la sala o salir un fin de semana con el pequeño círculo de amigos o intentar conocer a otros que os enriquezcan y os hagan ver el mundo de otro modo; participar en un voluntariado o no; vivir y expresar vuestra fe ahora que ni padre ni abuela están detrás o dejarlo pasar porque al fin y al cabo nada cambia.

  Si además de ser generoso dentro del colegio y la vida universitaria lo podéis ser fuera mejor que mejor, hay miles de ancianos esperando una visita, y enfermos que necesitan una palabra de consuelo, o inmigrantes que tienen que rehacer su vida. Participar en un voluntariado es empezar a ser generoso.

   Escrutad lo valioso de cada compañeros y disfrutad de la diversidad del grupo. La mayoría de vosotros tenéis muchas posibilidades. No os limitéis en destacar en una faceta que os resulta más gratificante. No hay nada como la vida colegial para desarrollar todas vuestras posibilidades: escribir, subir una montaña, visitar un museo, tocar un instrumento. Aunque no os lo creáis, el compañero de al lado es sumamente valioso aunque sea diferente. Atrévete a conocerlo, a enriquecerte compartiendo con él tu tiempo, planificando con él. Uno de los grandes valores del Colegio Mayor es la diversidad. Jóvenes diferentes avanzando en el conocimiento de ramas muy diferentes del saber. Esa diversidad os enriquece como personas y os mejora como profesionales. Es algo que debéis disfrutar y que luego añoraréis, porque no os será siempre fácil repetirlo en el futuro. Disfrutar la diversidad significa ser curioso, así que os deseo que no os abandone nunca la curiosidad.

    El comienzo de un curso en el Colegio Mayor no deja de ser toda una oportunidad que está en vuestras manos y ójala no la desaprovechéis. Como Director y en nombre de todos los que colaboramos en la gestión de este Mayor no puedo menos que desearos lo mejor para vuestro desempeño a lo largo de este curso.

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