Ya no voy a poner número porque no es necesario. Simplemente hay que seguir hablando de las novatadas porque siguen existiendo, porque siguen siendo la mayor lacra que hay en los colegios mayores, porque suponen un atentado a los derechos humanos y a la dignidad de las personas, porque son lo más opuesto que hay al carácter educativo de estos centros. Todas son buenas razones para seguir hablando de ellas.
Ya ha pasado un tiempo desde el comienzo de curso. A esta distancia hay que felicitar a algunos colegiales por su comportamiento, por su forma de acoger a los nuevos, por posibilitar el comienzo de una nueva historia en el Colegio. Y a otros hay que decirles que no se han enterado, que siguen defendiendo lo indefendible, que dicen mentiras con plena conciencia de que lo hacen.
Personalmente, me parece una vergüenza que por los pasillos del Colegio se crucen el que ha comido tierra o comida de gato en el parque con el que se lo ha hecho comer o se ha estado riendo mientras que otro le obligaba a ello y que se llamen compañeros. No es posible una relación normal mientras que los que han hecho eso no pidan perdón –diría que públicamente– a aquellos a los que han ofendido de esa manera.
Hay más. Lo peor, y no está de más decirlo de nuevo, es que los que así han actuado han hecho trizas su propia dignidad porque no han hecho honor a su firma, a su compromiso firmado de no hacer ni participar en ningún tipo de novatadas. El problema no es si les hemos pillado o no en la mentira. El problema es para ellos porque se han convertido en personas de las que no es posible fiarse. Así de sencillo y así de duro. De estos, desgraciadamente, hay unos cuantos en el Colegio. Lo siento por ellos porque una vez que uno pierde esa capacidad de generar confianza en los que le rodean, es difícil recuperarla.
Pero lo más importante es lo positivo. Hay un largo camino por delante. Queda mucho por hacer. Pero algo ha cambiado. Vamos a seguir trabajando todos, la Dirección y los colegiales que se quieran sumar, para hacer un colegio mejor, para que se respeten los derechos humanos, para que se defienda a los débiles. En definitiva, para que nos parezcamos más a una familia de verdad y no a una familia desestructurada que es lo que hoy somos todavía.
Repito mi felicitación a todos los que se han sabido comportar, a los que han dado la talla en el día a día, a los que han participado en la organización de actividades positivas y verdaderamente integradoras como fue la gimkana, por ejemplo. Enhorabuena. Esto sí que es hacer Colegio. Por ahí sí que va el auténtico espíritu colegial.
P. Fernando Torres Pérez cmf