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De padres e hijos

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Desde hace años tenemos en el Mayor, a principio de curso, una reunión con los padres de los nuevos colegiales. Ha habido siempre muy buen ambiente. Y no ha sido menos este domingo pasado cuando a las 11 de la mañana hemos tenido un rato de encuentro, primero en el auditorio y luego en el comedor del Colegio.

Para los padres es una forma de conocerse unos a otros. Sus hijos van a compartir vida y preocupaciones unos cuantos años. Es casi seguro que dentro de unos meses, quizá en el verano, algún colegial invite a uno o varios de sus amigos a pasar unos días en su casa. Los padres de unos acogerán a los hijos de los otros. Y habrá ocasiones en que entre los padres surgirán amistades tan fuertes o más que entre los hijos.

Lo importante es que es un encuentro en el marco del Colegio. La mayoría están, como sus hijos, ilusionados y contentos a la vez que temerosos. Son conscientes de que sus hijos han levantado el vuelo, han salido de casa, y se enfrentan a nuevos retos y desafíos. Los padres se preocupan y es normal. ¿Estarán preparados para la universidad? ¿Sabrán lidiar con la libertad que se les está ofreciendo? ¿Encontrarán el modo de domar los caballos un poco indisciplinados de sus deseos con el esfuerzo y la disciplina del trabajo? En algunos casos, las preocupaciones pueden ser más caseras: ¿estará bien el niño? ¿comerá bien?

La realidad es que estos chicos son ya mayores de edad. Tienen los 18 años recién cumplidos o están a punto de cumplirlos. Se están encontrando con una nueva situación y ellos se tendrán que apañar para lidiar con ella. Hay que acompañarlos y apoyarlos pero sería un error darles todo solucionado y masticado. Es bueno que se encuentren con dificultades. Es bueno que no vean las soluciones al alcance de la mano de buenas a primeras. Tienen que aprender que en la vida no se nos da todo hecho –como casi seguro les ha sucedido hasta ahora– sino que no se consigue nada sin esfuerzo, trabajo y disciplina.

Si me apuran hasta tendrán que aprender que la amistad es también fruto de ese esfuerzo y disciplina, que las amistades fácilmente conseguidas, esos amigos que se acaban de hacer y que les parece que son lo mejor que tienen ahora mismo, no suelen durar mucho. Muchos colegiales tienen la experiencia de haber ido dejando de lado a sus amigos de primer año y haber ido encontrando a sus mejores amigos a lo largo del tercer año en el Colegio. Es que lo bueno, como el vino, necesita tiempo y tranquilidad para madurar.

En todo este proceso los acompañaremos y ayudaremos. Pero ellos son los responsables de ir haciendo el camino. Tendrán que asumir sus errores y las consecuencias que conlleven. Y seguir caminando. Porque el futuro, su futuro, está a la vuelta de la esquina. Y es su responsabilidad construir desde sus posibilidades y capacidades un mundo mejor.

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