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Exceso de Auto-compasión

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Estos días el Colegio tiene un aire especial. Estamos ya entrando en el verano y el calor se va notando cada vez más. Hace unos años diríamos que los exámenes ya están encima. Pero el plan Bolonia y el cambio de calendario que trae consigo hace que un buen grupo de colegiales esté metido de pleno en los exámenes y que prácticamente estén ya con un pie fuera del Colegio. El descanso veraniego está cerca, aunque haya que pasar todavía –algunos colegiales, no todos– por esas horcas caudinas que son los exámenes de septiembre, que ahora se dejarán de llamar así para empezar a ser exámenes de junio. Es que en los Colegios Mayores lo llevamos todo un poco a traspié. Los exámenes de septiembre son en junio lo mismo que la feria de abril se celebra en marzo. ¡Cosas de la universidad!

La cuestión es que es tiempo de esfuerzo y trabajo. Es tiempo de dar el último repaso y tratar de conseguir los resultados de lo que se ha trabajado durante el año. Luego vendrán las felicitaciones para unos y los disgustos para otros.

La experiencia me dice que es también el tiempo en el que muchos colegiales ejercitan con gran generosidad y buena disposición la virtud de la compasión. Pero no dirigida en principio hacia otros sino hacia ellos mismos. Es la auto-compasión del que justifica sus malos resultados diciendo que el profesor no se explicaba bien, que la carrera es muy difícil o que el examen que pusieron fue el más complicado e imposible de los últimos veinte años en la facultad (así talmente oí a un colegial de primer año justificar su suspenso).

Siempre me ha sorprendido está capacidad para la auto-compasión en estos momentos. Intentan justificar lo injustificable. Intentan justificarse a sí mismos que no han trabajado lo suficiente durante el año. Les cuesta enfrentarse a la verdad y prefieren decirse una mentira. Tengo la impresión de que incluso se la llegan a creer ellos mismos –estas son las peores mentiras–. La realidad es que no hay carrera universitaria que se resista al trabajo duro, al tesón y a la disciplina durante los nueve meses del curso.

Claro que hay otros, bastantes, que recogen el resultado de sus muchos esfuerzos. No es suerte. No hay que pensarlo ni por un momento. Es el fruto del trabajo serio y responsable. Para ellos la mejor de las enhorabuenas. Para los otros, la invitación a creer, a enfrentarse con la realidad y a ser más responsables.

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