Alguna vez me han propuesto que la comida no debía ir incluida en la cuota mensual sino que se debía pagar aparte. Se comprarían unos vales (a tanto la comida, a tanto la cena, a tanto el desayuno) y el colegial los iría usando según su necesidad. Los días que tiene que comer fuera y, sobre todo, los días que la comida no le gusta. Ahí está el quid.
Pero no hemos cambiado. Por la sencilla razón de que el comedor es un lugar y tiempo fundamental del Colegio Mayor. La comida en nuestra cultura, y en todas las culturas que conozco, es momento no sólo para adquirir los nutrientes necesarios para mantener la vida viva (para lo que la verdura y el pescado es también fundamental) sino, y sobre todo, lugar de encuentro entre las personas, oportunidad para el diálogo. Compartir la comida es compartir la vida, las preocupaciones, momentos de risas y discusiones profundas. En la mesa del comedor se fraguan las amistades, se practica la tolerancia, la comprensión, se entienden las razones del otro, se comparten proyectos e ideales, nos conocemos de verdad... Hasta tal punto que lo que hay en el plato deja de ser lo más importante para convertirse en ocasión de todo esto otro que es mucho más vital. Para el crecimiento de la persona y para la vida colegial.
Por eso no me gusta nada cada vez que algunos colegiales, viendo lo que hay para comer, deciden no ir al comedor y encargarse una pizza. Aparte de que es una alimentación mucho menos sana que la ofrecida por el Colegio (lo sano a veces parece estar reñido con lo que nos gusta y los colegiales tienden a veces a confundir lo que les gusta con lo bueno y sano), los colegiales que hacen eso dejan de participar en algo fundamental en la vida del Colegio: el comedor. Porque el comedor es en la práctica el momento más importante de encuentro entre los colegiales. Más que la sala y que otros lugares de diversión.
Es loable esa práctica presente en nuestro Colegio –y en muchos otros– que consiste en llenar las mesas y no en buscarse un lugar con los amigos. Hay que mantenerla. Porque es la oportunidad de salir del grupo de amigos y relacionarse con otros. Y hablar y preguntar y conocer al otro. Todo eso enriquece a los colegiales y al Colegio.
Por eso hay que rechazar desde aquí el uso del móvil en el comedor. Por una vez, los comensales tienen preferencia. Y el que llama debe esperar. Lo mismo se puede decir del uso de mensajería instantánea y otras herramientas informáticas que impiden el diálogo con los que están en la misma mesa. Conviene que los colegiales se cuiden mucho en este aspecto. Para no convertir el colegio en un hotel barato donde cada uno va a lo suyo.